domingo, 11 de octubre de 2015

Viviendo en el mundo


En el pasado, si habéis sido llamados a explorar lo espiritual, puede haber sido necesario que os hayáis unido a un monasterio, a un  convento o tomado sacerdocio en cualquier religión a la que pertenecierais. Por supuesto, eso también es una opción hoy en día. Todos tenemos que encontrar la manera de vivir que sea correcta para nosotros, teniendo en cuenta nuestras propias circunstancias e inclinaciones individuales. Pero es probable que tengamos más opciones hoy.

¿Queremos vivir en el mundo, ganarnos la vida, formar una familia, tener relaciones y así sucesivamente, o deseamos vivir una existencia más solitaria, tener pocas responsabilidades y aislarnos de la sociedad en general? Nuestra respuesta puede ser diferente en diferentes etapas de nuestra vida. También es posible que prefiramos vivir en el mundo y tomar retiros ocasionales.

Pero, hagamos lo que hagamos, es importante comprender nuestras necesidades reales a un nivel profundo.
Mientras que a un nivel más profundo todos compartimos una Unidad esencial, sin embargo, también vivimos temporalmente en el mundo de la dualidad y tenemos diferentes aptitudes, talentos y habilidades creativas que expresar y compartir. Sin embargo, la tarea que tenemos ante nosotros es cómo vivir y funcionar físicamente en el mundo de la dualidad, mientras que también residimos psicológicamente y aun nivel de sensibilidad en lo no-dual.

Viviendo en el mundo, no siempre es fácil mantenerse consciente de nuestra verdadera naturaleza sin quedar atrapados en toda la actividad de tensiones emocionales, relaciones y responsabilidades. A veces podemos sentir que salimos y nos escapamos en mitad de la nada. En otras ocasiones, es posible que nos impliquemos completamente en lo que está ocurriendo. Pase lo que pase, viviendo en el mundo, nuestros sentidos son golpeados continuamente por toda la actividad, todos los asuntos de la vida moderna.
La televisión, la radio, la prensa e Internet nos están todos bombardeando cada día con noticias, información, publicidad, programas sobre estilos de vida y similares. Nuestros sentidos están llenos hasta el tope con este flujo constante de información e influencia en nuestras vidas. Si tenemos hijos, es difícil saber cómo proteger su inocencia en un mundo de educación y condicionamiento de masas. Entonces los llamados expertos nos dicen que deberíamos vivir de esta manera o de esta otra, comer esto y no comer aquello, creer en esto y quejarnos de aquello.

Todo esto nos está llevando cada vez más lejos de nuestra verdadera naturaleza, cada vez más lejos de sentir la vida a un nivel profundo, y nos hunde cada vez más en pensamientos y emociones triviales. Esta es la sociedad de consumo, donde consumimos todo lo que nos ofrecen, donde la sociedad nos consume y nos escupe al final de nuestra vida útil. Siempre que nos arrojemos a vivir esta forma de vida nunca encontraremos la felicidad, nunca estaremos en paz dentro de nosotros mismos.

Necesitamos dar un paso atrás de todo lo que está pasando en el mundo, entrar en esa parte atemporal de nosotros mismos y aprender a sentir lo que es estar vivo. Entonces podemos vivir en el mundo si queremos, pero no ser un producto del mundo. 

Cualquiera que sea la sociedad de hoy en día, cambiará. Todas las culturas y civilizaciones tienen una vida útil limitada y lo que está de moda en un momento dado no lo estará en otro. Pero subyacente a todo lo que ocurre en el mundo, nuestra verdadera naturaleza siempre está ahí, subyacente a nuestro sentido de lo que somos.
Nunca estamos separados de nuestra verdadera naturaleza, excepto psicológicamente, cuando creemos en la obra que se está representando en el mundo, cuando nos identificamos con ella y nos sumergimos en ella. Pero siempre tenemos, si somos conscientes de ello, la opción de dar un paso atrás y entrar en el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza. Si no tomamos esta opción, entonces seremos engullidos por el mundo y toda la actividad sin sentido, y así perdernos por completo.

Es un verdadero desafío vivir en el mundo, sobre todo hoy. Las modernas comunicaciones y recursos de información significan que podemos tener muy fácil y rápidamente acceso a grandes cantidades de información y conocimiento acerca de absolutamente todo, incluyendo las enseñanzas espirituales. La información disponible es tan vasta que podríamos fácilmente llegar a confundirnos por todo lo que se oferta. Pero, ¿somos máquinas de información? ¿Cuál es el sentido de tener toda esta información si no nos conocemos a nosotros mismos, si no estamos en profundo contacto con el centro de nuestro ser?

El lado positivo de vivir en el mundo es que, si hemos despertado espiritualmente, somos constantemente desafiados por la vida diaria, por las actitudes de los que nos rodean que están completamente ajenos a la dimensión espiritual. Se nos desafía continuamente a re-pensar y re-explorar nuestras propias actitudes ― nuestra ira, miedo, deseo, auto-compasión, resentimiento, codicia y así sucesivamente. Somos bombardeados con tanta información y con tantas situaciones cargadas emocionalmente que vienen a nosotros a un ritmo tan rápido, que cometemos errores con más frecuencia y más rápidamente de lo que sería el caso si viviéramos aislados del mundo. Pero también tenemos más oportunidades para observar estos errores y seguir adelante con mayor rapidez ― si tenemos la suerte de no ser completamente arrastrados por el mundo y toda su actividad.

Hay muchos obstáculos para el desarrollo espiritual en el mundo moderno, pero también está comenzando a tener lugar una intensificación de algún tipo de despertar, ya que el abismo entre lo que está sucediendo en el mundo y la perspectiva espiritual es tan grande que todo se vuelve claro y obvio.

Cuando vivimos desde el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza, toda la actividad en el mundo no nos puede expulsar de esa realidad. Todos los ejércitos de Mara no nos pueden echar fuera de debajo del árbol Bodhi, cuando vivimos en la luz de nuestra verdadera naturaleza. A veces podemos hacer frente a la ira y la agresión de las personas con las que trabajamos, o incluso con miembros de nuestra propia familia, pero permanecemos en la sensación, sin resistirnos ― escuchando, recibiendo, pero sin rechazar, ni apartar, ni temer. Permanecemos en el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza.

Todo lo que sucede, lo que enfrentamos en el mundo, es parte del gran juego cósmico de la vida. Descansando en el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza, vemos como fluye, sin rechazarlo ni atraerlo. La gente puede decir que nos falta sentimiento, que no respondemos, pero lo que realmente están diciendo es que no nos involucramos emocionalmente, que es lo que quieren que hagamos.
La gente utiliza la emoción para evitar profundizar realmente en la sensación. Es mucho más fácil y más seguro para el ego jugar con la emoción, manipular a otras personas a través del chantaje emocional, pero sin ir en realidad nunca a la raíz del problema, sin ver por debajo de la superficie de la vida. Pero esto es lo que significa vivir en el mundo ― afrontar los retos, explorar la relación entre lo real y lo irreal, ponerse de nuevo en pie y sumergirnos profundamente en la dicha de nuestra verdadera naturaleza y reírnos del mundo.

Muerte y sueño

Pase lo que pase en nuestras vidas, sin importar lo que hagamos con nosotros mismos, sin importar la fama, el poder o la riqueza que acumulemos, siempre hay muerte. Este mundo, nuestro mundo, es un sueño pasajero. Cualquiera que sea la suprema filosofía que adoptemos, cualquiera que sean los principios que mantengamos, si no están profundamente integrados en nuestra actual experiencia de la vida, no son más que palabras vacías que simplemente desaparecen sin dejar rastro en este vasto océano de la existencia.
Lo seres humanos consumen tanta energía en la supervivencia o en la búsqueda de una mayor seguridad psicológica. Si uno vive en el tercer mundo, la necesidad de encontrar comida, ropa y refugio son obviamente una prioridad. En el mundo del bienestar "occidental", la gente está preocupada por otras cosas. Se preocupan por si van a estar o no cómodos y seguros en su vejez. Cuanto más acumule uno, se considera una seguridad de que no te van a convertir en una víctima de un sistema que trata a las personas como simples estadísticas molestas una vez que han pasado su tiempo de utilidad. Así que a menudo sacrificamos nuestra juventud, poniendo todo a un lado para la vejez.

Pero, lo que tratamos de preservar lo vamos a perder, y lo que tratamos de evitar, nos veremos obligados a enfrentarlo algún día. La vida tiene una manera de hacer que nos fijemos en lo que no queremos ver. La casa grande, la cuenta bancaria, los recuerdos, no significarán nada cuando tal vez nos quedemos con nosotros mismos, viejos y solitarios, después de haber vivido durante setenta u ochenta años, y sin haber establecido aún contacto con quién y qué somos realmente.

Pase lo que pase en nuestra vida, de una manera u otra, toda nuestra historia individual llegará a su fin. No hay nada que podamos hacer para cambiar este hecho. La muerte y el renacimiento son una realidad que está teniendo lugar en nosotros todos los días, horas, minutos y segundos de nuestras vidas, ya que nuestros cuerpos y mentes son sometidos a una continua modificación. La vida no es la realidad sólida que la mayoría de nosotros suponemos, seducidos como estamos por la aparente realidad que nuestros sentidos perciben desde la limitación de sus estructuras físicas y condicionales.

La atención obsesiva que cada uno de nosotros pone en sus circunstancias individuales y personales podría verse, en última instancia, como una pérdida de potencial. No hay manera de que podamos conservar, sustentar, mantener o perpetuar nuestra propia imagen, más de lo que podemos construir una estructura permanente en la arena. Todo lo que acumulamos en términos de poder, riqueza, fama y experiencia será deshecho antes de que pase mucho tiempo. El sueño que perseguimos no tiene una realidad distinta a este breve momento en el tiempo ― y el tiempo es una ilusión inventada por la mente humana para apoyar la creencia en un mundo sólido y duradero.

Da un paso atrás y considera todos los billones y billones de estrellas y galaxias a lo largo de este vasto e interminable universo. ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es un año, un mes, un día, un minuto, un segundo en relación con esta maravilla intemporal? ¿Y quién eres tú? ¿Quién es cualquiera en relación con la realidad intemporal del universo?

No vas personalmente a ninguna parte con todos tus esfuerzos. Cualquier fama, riqueza, poder que encuentres en tu camino, pronto pasará. Eso es lo hermoso de la vida ― está siempre renovándose y re-inventándose. Cualquier dictador ególatra que haya vivido estaba ciego al hecho de que la vida tiene todas las herramientas necesarias para despacharlo con facilidad. Tu sueño no es la realidad.
Sólo cuando vives desde el vacío silencioso de tu verdadera naturaleza estás viviendo en armonía con la realidad de la vida, del universo. Entonces no pretendes ser nada en absoluto, entonces no gastas todo tu tiempo persiguiendo dinero, experiencias, poder y fama. Si vienen a ti, los aceptas, pero ya no significan nada para ti, porque la única realidad duradera radica en el vacío silencioso de tu verdadera naturaleza.
El tiempo es el sueño. El tiempo es una invención humana. Cuando vivimos bajo la tiranía del reloj, nos perdemos los momentos pasajeros de la vida, lo que significa que no vivimos en absoluto. Estos momentos que pasan son todo lo que tenemos. El resto no es más que un sueño. Si perdemos los momentos que pasan a medida que surgen continuamente, entonces estamos ya como muertos ― vivimos sólo en la imaginación, en la cabeza, y nuestra realidad no es más que una serie de eventos eléctricos en nuestros cerebros.

Viviendo desde el vacío silencioso de nuestra verdadera naturaleza, el dolor y la lucha de la vida se evapora en la nada. Fluimos con el momento, morimos para el ego-mente fijo y limitado y nos dejamos llevar por lo desconocido, por lo que la vida desarrolle en nuestra historia personal, sabiendo que es el juego de lo infinito, el juego de lo intemporal.

En verdad, en esta vida, no podemos aferrarnos a nada. Para permanecer interiormente libres de apego a todas las cosas, a todos los objetos, a todos los recuerdos, hay que vivir de verdad. Con este espíritu, sabemos que nada es nuestro y todo es posible. La muerte vendrá a esta forma, a esta persona, a ti y a mí. Es el juego de la vida, que ofrece infinitas posibilidades.

Todo lo que sube baja. Todo lo que tiene un principio debe tener un final. Es sólo una cuestión de tiempo, pero la vida opera de forma intemporal. La muerte sólo tiene sentido en términos de lo particular, el individuo que es atrapado en el sueño de una entidad sólida que exista permanentemente, que perdure para siempre. Este punto de vista es una completa ilusión, que no tiene una base real.
Desde el vacío silencioso de nuestro verdadero ser, añadamos un poco de ligereza en nuestra vida. Pensemos lo que pensemos, hagamos lo que hagamos, no podemos añadir o quitar nada de lo que la vida es. Nuestras esperanzas, sueños, preocupaciones, inquietudes y obsesiones no significan nada en realidad. Sólo sirven para empujarnos, como mecanismos cuerpo-mente, más profundamente en la ilusión de que somos entidades separadas, distintas y perdurables. Nuestras experiencias son por tanto de lucha, sufrimiento, miedo, deseo, ira, frustración y auto-compasión.

Sin embargo, nuestra realidad interior es más alegre que esto. No somos nada (ninguna cosa), y cuanto antes comprendamos e integremos este conocimiento en cada momento fugaz que vivimos, más pronto disfrutaremos de la vida desde el vacío silencioso bienaventurado de nuestra verdadera naturaleza.
Cuando vamos a dormir por la noche, no tenemos miedo. Suponemos que vamos a despertar por la mañana. Pero, si tuviéramos que partir de este mundo permanentemente, durante el sueño profundo, ¿cuál sería nuestra pérdida? Tenemos miedo a la muerte, pero morimos cada día cuando entramos en el sueño profundo sin sueños; en ese estado, el sentido de la persona, "yo", no existe. Un día todos entraremos en este estado de forma permanente.

Sólo ten en cuenta que durante el resto de la eternidad, no existirás ― no de la manera como crees existir aquí y ahora. No habrá marcha atrás en esto. No hay sentimiento ni indulgencia en la personalidad desde la perspectiva de lo eterno, lo universal.
Todo a lo que te sientes apegado y todo lo que posees, incluyendo tu sentido de ti mismo, terminará. Cuando entras en el el sueño profundo sin sueños, esto es lo que sucede. Pero vuelves a despertar, con tu memoria intacta. Entonces tu lucha re-comienza. Sin embargo, no hay necesidad de luchar en esta vida. La lucha es debida a la identificación con este mecanismo cuerpo-mente y todo lo que está apegado a él. Aléjate de todo esto. Esto terminará. Esto no tiene ninguna realidad o significado último. En el sueño profundo sin sueños, vuelves a conectar con tu verdadera naturaleza. Esto refresca al mecanismo cuerpo-mente, liberándolo de las tensiones y ansiedades de la "persona". Si no realizaras esta conexión con regularidad, estarías atrapado en la mente de forma continua, y la mente es una prisión en la que ya pasas la mayor parte de tu vida despierta tratando de escapar.


Extracto del libro de Roy Whenary
The Texture of Being - Capítulos 7 y 8 

No hay comentarios:

Publicar un comentario