martes, 29 de diciembre de 2015

Paradojas de nuestro mundo interior‏


Desde el desarrollo por parte de nuestra especie del Neocórtex (o capa cerebral más “moderna”) los humanos fuimos conscientes de que podíamos pensar, y comenzamos a hacernos preguntas para tratar de darle respuesta y comprender todo aquello que no solamente ocurría fuera de nosotros, sino también en nuestro interior y de como se relacionaban entre sí ambos “mundos”.
Tratar de comprendernos a nosotros mismos es, por lo tanto, una tarea inherente al ser humano; algo que constantemente estamos haciendo para mejorar y para sentirnos más en equilibrio y seguros con nosotros mismos y con nuestro entorno (supongo que éste es, en gran parte, uno de los aspectos de nuestro éxito evolutivo como especie).
Pero curiosamente, la misma lógica que hemos aprendido y desarrollado durante nuestra evolución para tratar de comprender las situaciones exteriores, es la que queremos utilizar para entender lo que nos pasa por la mente, nuestros procesos internos de pensamiento.
El tema que últimamente ha estado rondando mi neocórtex es el de las paradojas que aparentemente se dan al emplear en nuestro mundo psicológico (mundo interno) herramientas de actuación que nos sirven en el día a día para afrontar las situaciones en nuestro entorno (mundo exterior)
Es bueno tener este tema presente al disponernos a recorrer nuestro camino de crecimiento personal, para que cuando detectemos alguna de estas paradojas o contradicciones sepamos que no es que hayamos caído en un error, sino que realmente es así como funciona nuestro cuerpo a nivel interno, a nivel cerebral, que es de esta manera como nuestra mente se regula.
Es este mundo interior (el del pensamiento y del análisis mental) un cosmos con sus propias leyes y reglas, que en muchos casos nos pueden parecer contradictorias si las OBSERVAMOS y JUZGAMOS desde nuestra perspectiva exterior, pero es que en nuestro mundo interior, esa es la lógica que impera.
A continuación expongo algunos ejemplos de estos aparentemente “contrasentidos o paradojas” que he ido viendo en mi proceso de introspección y que resultan cuanto menos curiosos y yo diría que hasta divertidos en algunos casos.
  • Cuanto más aprendo de mí mismo, mejor me relacionaré con los demás: cuanta mayor introspección llego a tener, cuanto más profundizo en mis propios mecanismos internos y más sano en mí mis heridas… con mayor plenitud puedo relacionarme con los demás… y lo que es más importante, mi empatía aumenta. La paradoja estriba en que pudiera parecer lo contrario, que retirarte a tu propio mundo fuera a separarte o a “desconectarte” de los demás, como si estuviéramos cada uno en una cápsula de vacío, pero no es así, ya que sólo lo que llego a ver en mí puedo verlo en los demás. Nadie que no se relacione plenamente consigo mismo (con aceptación incondicional de su persona, sin juicios ni mandatos) puede hacerlo realmente con otros. Los demás se sentirán comprendidos por mí solamente si yo me comprendí a mi mismo primero. Una conclusión interesante es que cuando, al haber aprendido a verme a mi mismo, aprendo a ver a los demás y detecto comportamientos que usan otras personas y que me son tóxicos, puedo entonces protegerme de dichos comportamientos.
  • Sólo cuando me acepto como soy, puedo cambiar: En el exterior, para cambiar algo, tendemos a actuar, a realizar una acción. Si queremos, por ejemplo, enderezar un poste torcido, tiramos o empujamos de tal forma que llega éste a ceder hasta ponerse en la posición que deseamos. Paradójicamente en la mente es al revés… para que el poste “mental” pueda situarse en la posición deseada, hay que aceptar y estar en paz con el poste, y sobre todo dejarlo estar torcido, sin rencores, sin minusvalorarlo, sin insultos, con amor y comprensión de su estado actual y de las razones por las que se mantuvo en esa posición hasta ahora, de esta forma aparentemente tan sorprendente llegará a situarse en equilibrio por sí solo.
  • Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma: Déjale estar y durará menos tu malestar emocional. La paradoja estriba en que en el mundo exterior, sentimos que si toleramos un comportamiento o acción hacia nosotros, si lo dejamos estar, nos veremos esclavizados, ninguneados y maltratado por dicha persona o grupo que la realiza ya que fue algo que permitimos. Pero en nuestra mente, es justamente al contrario, la agresividad, la negación, los juicios la violencia no hacen más que dar más poder a los comportamientos o aspectos de nuestra personalidad que tratamos  precisamente de controlar o erradicar de esta manera tan poco adaptativa.
  • No puedo amar ni disfrutar realmente de algo o alguien si tengo la necesidad de eso. Cuando nos enfocamos en poseer algo, aparecerá el miedo en nuestra mente, el apego que sentimos por esa cosa, esa persona o esa situación … se volverá en pánico ante la posibilidad de perderla. Muchas veces se puede confundir el desapego por parte de alguna gente como muestra de frialdad o falta de compromiso, pero es justo al contrario, dejar el miedo a perder algo es poder RELACIONARTE PLENAMENTE con todo eso, es recuperar tu capacidad de amar y de disfrutar plenamente esa situación o de esa persona, sin ansiedad ni estrés.
La próxima vez que te enfades contigo por pensar que deberías ser de otra manera o que eres de una forma que no te gusta o piensas que no te hace bien, …la próxima vez que te encuentres deseando algo fervientemente y asiéndote a ello de forma adictiva y concediéndole el poder de hacerte feliz o infeliz… recuerda este artículo.

Habilidad Emocional

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