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miércoles, 28 de marzo de 2018

CREAR MOMENTOS MÁGICOS



En mi opinión, todos tenemos una recomendación -no escrita ni impuesta- de la que no se habla, que es un asunto personal e íntimo, por la cual todos hemos de crear momentos mágicos para los otros. Y para nosotros también. Para con nosotros, es obligatorio.

¿Hay algún momento en tu vida que te haya parecido mágico?

¿Uno de esos momentos extraordinarios que hasta han podido llegar a marcar algo en ti o en tu vida?

Tengo un  recuerdo de mi infancia de un día de Reyes. Era aún de noche cuando me levanté a encontrarme con mis regalos… y no había ni uno solo. Decepcionado decidí salí a la calle a jugar con un hierro que clavaba en el suelo del campo. Cuando llegué a la calle aún estaba oscuro y tuve que esperar bastante tiempo metido en el portal hasta que amaneció y pude salir a un campito que había cerca de mi casa. No había ni una sola persona por la calle. Empecé a jugar. Estaba absorto en mi juego –y supongo que en mi decepción- cuando escuché una voz femenina que me preguntaba qué estaba haciendo. Jugando, le respondí. “¿No te han traído juguetes los Reyes?” Le dije que no. Era una mujer joven y muy alta. No me refiero a que me pareciese alta porque yo era un niño y ella una adulta. Lógicamente ya había visto a muchas mujeres y podía comparar. Ésta era demasiado alta. Llevaba un bolso en su mano izquierda y de allí sacó un pistolón grande. “Los Reyes me han dejado esto para ti”, me dijo cuando me lo entregó. Tal como había aparecido de la nada, desapareció.

No le di más importancia y permaneció muchos años en el olvido hasta que un día, al recordarlo por casualidad, tuve la sensación de que aquella joven era un Ángel y que aquello era un milagro.

Siendo ya adulto, un día entré en un comercio y me encontré una vecina pequeña, de 6 o 7 años, que observaba en sus manos una especie de bombonera de cristal. No vi a su madre, pensé que estaba sola, pero eso no me llamó mucho la atención y no le di importancia. Estaba buscando lo que quería comprar cuando escuché el inconfundible sonido de algo de cristal cuando se estrella contra el suelo. Adiviné lo que había pasado. Inmediatamente la dueña del negocio se acercó hasta la niña, gritando como una energúmena, y se plantó frente a ella, con los brazos en jarra, poseída, y le increpó/preguntó “¿Quién va a pagar esto que has roto?”. Me acerqué. La niña disminuía de tamaño por momentos. El miedo se reflejaba claramente en su cara y su actitud. Me imagino cómo se sentía al verse sola, frente a ese monstruo vociferante, y sin una solución para la pregunta/amenaza que le había formulado. La madre de la niña no apareció, por lo que supuse que tal vez la había dejado allí para que se entretuviese mientras ella hacía otra gestión en otro sitio. Me acerqué hasta donde estaban ambas y le dije a la mujer que yo lo pagaría. Se dio la vuelta y se marchó. La niña me miraba desde su pequeñez, con unos ojos casi de agua, sin poder pronunciar ni una palabra o sin encontrar las palabras con las que expresarse. Sonreí para ella. No fue capaz tampoco de expresar una sonrisa. El susto, supongo. Se marchó sin decirme nada, pero tampoco era necesario que dijese algo.

Me gusta pensar que algún día ella contará que estaba en ese apuro y de pronto apareció un Ángel.

Es bueno crear momentos mágicos para los otros y llamarlos por su verdadero nombre: Pequeños Milagros.

Pequeños Milagros para los demás. Porque si un necesitado nos ve aparecer ofreciéndole lo que necesita para ayudarle en su problema, a los ojos de su corazón somos el Ángel que le aporta algo para sacarle de su apuro.

Tenemos la obligación, y esto lo afirmo rotundamente, de crear Momentos Mágicos para los otros, de ser el Ángel de la Sonrisa, el Cristo que provee de Abrazos, el Pequeño Dios de la Esperanza que le hace ver que la vida puede ser amable y que hay que seguir adelante a pesar de los pesares…

Es un buen propósito: estar atento a uno mismo y a los otros, poner maravillas en las vidas, hacer que lo asombroso forme parte de lo cotidiano, y lograr que lo extraordinario sea para los otros y también se quede en nuestras vidas.

Es un buen proyecto. Siéntelo dentro de ti y deja que tu corazón opine.

Te dejo con tus reflexiones… 


Francisco de Sales
buscandome.es

miércoles, 31 de enero de 2018

UN MENSAJE MARAVILLOSO DE GEORGE CARLIN

                                                                     GEORGE CARLIN



La paradoja de nuestro tiempo en la historia es que ahora tenemos edificios más grandes pero temperamentos más cortos; autopistas más anchas pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos; compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas; más facilidades pero menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común; más conocimiento pero menos juicio. Más expertos y, sin embargo, más problemas; más medicina pero menos bienestar.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos sin pensar, reímos muy poco, conducimos muy rápido, nos ponemos muy irritados, nos quedamos despiertos hasta tarde, nos levantamos muy cansados, leemos muy poco, vemos mucha TV y rezamos de vez en cuando. Hemos multiplicado nuestras posesiones pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, queremos de vez en cuando y odiamos muy frecuentemente.
Hemos aprendido a ganarnos la vida pero no a vivir la vida. Hemos agregado años a la vida, pero no vida a los años. Hemos ido y regresado a la luna, pero tenemos problemas para cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el espacio interior.  Hemos hecho cosas muy grandes pero no cosas mejores.
Hemos limpiado el aire, pero hemos contaminado el alma. Hemos conquistado el átomo pero no nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planificamos más pero producimos menos. Hemos aprendido a apurarnos, pero no a esperar. Hacemos más ordenadores para almacenar más información, para producir más copias que nunca, pero nos comunicamos menos y menos.
Estos son los tiempos de las comidas rápidas y digestión lenta, hombres grandes y carácter pequeño, grandes ganancias y relaciones superficiales. Estos son los días de dos entradas de dinero pero de más divorcios, casas más bellas pero hogares rotos. Estos son días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad desechable, relaciones de una sola noche, cuerpos con sobrepeso y pastillas que hacen todo desde sentirse alegres, tranquilos o matar. Es el tiempo donde hay mucho en las ventanas de las vidrieras pero muy poco en el almacén. Un tiempo cuando la tecnología te puede traer esta carta o cuando puedes escoger entre compartir esta carta o simplemente tocar la tecla de desaparecerla.
Pasa algún tiempo con sus seres queridos, porque no van a estar contigo para siempre. Recuerda decir una palabra alentadora a alguien que te tiene como ejemplo pues esa personita pronto crecerá y se irá de tu lado. Recuerda darle un cálido abrazo al que está cerca de ti, porque es el único tesoro que puedes dar con tu corazón y no te cuesta un céntimo. Recuerda decirle “te quiero” a tu socio en la vida y a los que quieres, pero sobre todo hazlo porque de verdad lo sientes. Un beso y un abrazo remiendan los males cuando vienen de lo más profundo de tu ser. Recuerda agarrarse de las manos y atesorar el momento porque algún día esa persona no estará allí de nuevo. Dale tiempo al amor, dale tiempo a la conversación y date tiempo para compartir los preciosos pensamientos que están en tu mente.
Y RECUERDA SIEMPRE:
La vida no se mide por la cantidad de veces que respires sino por los momentos que nos quitan la respiración.

https://biblioterapeuta.wordpress.com

sábado, 13 de enero de 2018

2018 un Año Maestro



Cada año que comienza se caracteriza por tener su propia vibración, la cual viene determinada por los números que conforman ese año. El 2018, de acuerdo a la numerología, será un año 11. Y ese número se genera de la suma de todos sus dígitos (2+0+1+8 =11).  
Como el 2017 fue un año 1 según la numerología, era de suponer que este año 2018 sería un año 2 al sumar los dos números que conforman el 11 (1+1=2).  Pero en numerología el 11 es un número maestro y no se suman sus dígitos entre si. El 11 es un número mágico que está guiado por una fuerza superior que se escapa de nuestro control. 
Al mantenernos en una frecuencia de vibración elevada vamos a poder ser testigos y protagonistas de esta magia tan especial. El aspecto espiritual está latente durante todo el año 2018 y nos brindará la oportunidad de poder desarrollar nuestra intuición a niveles increíbles.  Dicho en otras palabras, vamos a tener la oportunidad de conectar con el maestro interno que todos llevamos dentro.
El 2017 fue un año de nuevos comienzos, ahora en este nuevo año continuaremos con el proceso que comenzamos el año pasado.  Este año 2018 es el segundo año del ciclo de 9 años que comenzó el año pasado. Este gran ciclo culminará en el 2025 y nos traerá como resultado la expansión de la conciencia de la raza humana. Y dicha expansión solo será posible cuando logremos conectarnos con la conciencia del corazón.  
En lineas genérales el 2018 nos invita a  lograr cambios externos pero enfocándonos en nuestra energía interna. Al lograr sintonizarnos con la vibración energética de este nuevo año vamos a poder encontrar un equilibrio en medio del caos que nos rodea.  La vibración del número 11 nos aportará una sabiduría especial que nos ayudará a tener más claro las metas que queremos conseguir. 
El 2018 es un año excelente para preparar el terreno que nos ayudará a completar satisfactoriamente los 8 años que faltan para este gran ciclo que nos llevará  “Hacia la Conciencia del Corazón” 
Sintonízate con la energía del año 2018 y prepárate a vivir un año mágico. 
Gracias a todos por formar parte de mi realidad. 
Les envío un abrazo energético.

Daniel López de Medrano
http://www.lopezdemedrano.com 

domingo, 31 de diciembre de 2017

El milagro que esperas


Cuando llegan estas fechas siempre se dice algo trascendente, algo que te hace sentir esperanzado y que te recuerda que la magia es posible…  Lo hacemos porque, a menudo, es nuestra forma de pedir un deseo más, de decir en voz alta que el balance nos sabe a poco… La forma de arañarle a la vida un poco más de felicidad que nos permita sentir que no hemos perdido el tiempo y no nos hemos desviado del camino… Yo este año no quiero hablar de logros ni resultados. No quiero pesar mis días ni ponerles nota, no quiero valorar mi vida por lo que llevo en el saco… Lo maravilloso no se mide ni pesa nada.. Llego a los últimos días tal vez con ese saco más vacío pero con el alma más llena, más en calma, más en paz…
No necesito mirar mi cuenta para saber que soy rica en mil cosas, para darme cuenta de que he conseguido mucho y de que he crecido una barbaridad… ¡Y lo que me falta por aprender, claro! Voy a hacer balance de sensaciones, de momentos en el camino, de risas, de complicidades, de errores que me han ayudado a ver claro lo que tengo que comprender y aceptar, de ganas e ilusiones… No he llegado a mis grandes metas, lo admito, pero el camino está siendo delicioso y está lleno de pura vida… No he encontrado a nadie que me financie, me salve o me arregle la vida, pero he topado con personas fascinantes que me la regalan cada día con su generosidad y alegría… No poseo todavía lo que posee la persona que quiero llegar a ser, lo asumo, pero me siento bien conmigo, me gusta la persona en la que me voy convirtiendo y lo que soy (a pesar de tener mucho trabajo interior pendiente y a veces no ser mi mejor versión). Físicamente, en algunos aspectos puede que esté en el mismo sitio que hace un años, pero por dentro, estoy a millones de kilómetros, más en calma, más en mí… Al final, uno puede estar en el podio triste o no haber ganado y estar ya en el vestuario con los compañeros riendo y planeando salir a tomar algo… Y yo hace tiempo que me di cuenta de que no quiero la medalla, quiero la risa… Porque, al final, uno demasiado a menudo, necesita la medalla para sentirse digno de esa risa, de esa compañía… Y desde el podio, a veces, cuesta acercarse y sonreír… Y no es incompatible, por supuesto, hay momentos para compaginar ambos logros, pero a la hora de hacer balance de tu vida, las risas cuentan y mucho… 
He conseguido muchas pequeñas metas, es verdad, pero cuando miro atrás, quedan eclipsadas por lo que he aprendido de mí y de otras personas… El año que acaba ha sido increíble. Reconozco que venía de un tiempo deliciosamente oscuro y empecé 2017 casi deseando borrarlo todo para poder seguir… Y en el fondo, eso es lo que ha pasado. No creo que haya año en mi vida en el que haya cambiado tanto, siendo muy sincera. Y no es todo mérito de estos doce meses cargados de emociones y momentos de locura, esto ya venía de antes…
 Uno cambia el día en que decide confiar y creer que es posible. 
Y va dando pasos… Deja para el final el paso más grande, casi siempre, porque necesita llegar a ese momento en que el dolor de quedarse supera al miedo de irse, cuando la comodidad de no hacer es más lacerante que el temor arriesgarse y saltar… A menudo, esperamos a que el precio que pagamos por no cambiar sea tan alto que asumir el riesgo nos compense… Aunque entonces a veces te has perdido algunas oportunidades.
He dado muchos pasos. Y estoy satisfecha de todos. De los que me llevaron al abismo y de los que me llevaron a mí misma. Este año he aprendido que no importa a dónde vas, sólo importa qué te mueve a ir, qué te hace querer estar ahí… Si eres honesto contigo, el camino no importa, porque al final la vida siempre hace que se cruce con otro camino donde hay algo que aprender y encontrar. ¿Qué más dan los rodeos si al final te das cuenta de que lo que importa es estar en paz contigo? Para mí que me he pasado la vida forzando milagros hasta quedar rota, descubrir que a veces no hay que hacer nada y sencillamente hay que conectar con uno mismo y sentir, ha sido un choque frontal con la realidad… Este año he descubierto que hay mucho que hacer y decir, pero que también hay que callar y esperar, sentarse y observar la vida a ver qué te dice y por dónde respira… Aprender a esperar sin desesperar es la medicina más útil para los ansiosos como yo que todo lo quieren ahora. 
Lo que pasa es que estamos tan llenos de credos rancios y frases hechas que no sabemos qué queremos y así es muy difícil saber si el camino que empiezas te lleva a dónde quieres tú o dónde te han dicho que deberías querer llegar.
Este año me he arrancado algunos de esos credos. Tenía muchos pegados a la conciencia haciéndome sentir culpable casi por existir… Por no ser, por no llegar, por no parecer… Sé que me quedan, aunque los que siguen ahí serán descubiertos, a su tiempo, cuando haya aceptado que están y pueda trascenderlos…
Algunas de esas creencias que llevamos dentro y que tanto nos limitan se confunden con nosotros. Son muy parecidas a pensamientos lógicos y mantras liberadores. Nos hemos agarrado a ellos tanto que cuando hay que soltarlos nos sentimos perdidos… Arrancarlos hace que todo se tambalee, que se caiga el decorado y la vida se muestre tal y como es… Muchos de ellos son cargas pesadas, pero cómodas, muletas que nos evitan asumir quiénes somos y nos alejan de acercarnos a lo más oscuro que hay en nosotros para no tener que verlo… Y no nos damos cuenta, hasta que un día sabes que la verdad más cruda es infinitamente mejor que la mentira más piadosa, porque sin ver, tocar, aceptar y soltar esa verdad terrible, nunca serás libre.
Si no descubrimos que aún estamos heridos no podemos cicatrizar… Si no asumimos que no nos han amado como merecemos, no admitimos que eso nos ha llenado de rabia y no podemos encauzarla y soltarla… Y no consigues darte cuenta de que el amor que necesitas recibir ya está en ti, porque eres tú… Nos gusta esconder ese dolor porque creemos que así desaparece y lo que hace es crecer y hacerse enorme. Los últimos meses he besado a todos mis fantasmas y les he dado las gracias por estar ahí dando la lata continuamente y permitirme conocer mis miedos para enfrentarme a ellos y descubrir que en realidad eran las piezas de un rompecabezas que nunca completaría sin su ayuda… Nuestros miedos son el camino a la paz, a la libertad, a uno mismo…
Como bien dice mi amigo Juan Pedro Sánchez, el miedo es el espantapájaros que nos ahuyenta, pero también aquella señal que nos indica dónde está la cosecha… (No sé si es exactamente así, perdona Juan Pedro si  he estropeado tu genial sentencia un poco parafraseándote) .
Este año, he descubierto que me complico la vida porque estoy programada para creer que la vida es siempre compleja y todo requiere mucho esfuerzo… Que me atado siempre al sacrificio como si sufriendo ganara medallas y méritos… Y así he vivido… Me he dado cuenta de que creía que yo debía tirar del carro y hacerlo todo porque si no saldría mal… Que si era feliz un rato, tendría que pagarlo caro con un castigo de algún dios enfadado por mi osadía… Que creía no merecer y por eso no pedía lo que deseo… Que mi obsesión por los resultados y las medallas me ha alejado de gozar de la carrera y vivir el momento.. 
Este año he viajado más que nunca y he encontrado a personas maravillosas… ¿Sabéis cómo me di cuenta de que estaba cambiando y de que me quería más a mí misma? Porque empecé a ver cada día que las personas que encontraba eran cada vez más extraordinarias… Cada día veo más belleza a donde voy y encuentro personas más fascinantes… Últimamente es una constante, cada vez pongo menos pegas a nadie, encuentro personas más amables y generosas… Y ese regalo no es una casualidad sino que creo que es un síntoma de haberme aceptado a mí misma y ser capaz de aceptar a los demás y ver su lado fantástico. Nunca vemos belleza en los demás si no hemos encontrado la propia belleza… Y yo veo mucha, mucha. 

Este año he aprendido a no esperar, a no tener tantas expectativas y a dejar de desear cambiar al mundo. Me he dado cuenta de que lo sabio es aceptar las cosas como son y amarlas… No, no es terrible, es maravilloso… Y no es resignación, es todo lo contrario… Nada transforma tanto el entorno como el amor… 
► Aceptar es mágico. 
Era (todavía me falta) mi gran asignatura pendiente… No juzgar, no forzar para que todo sea como deseo… Uf… Algo duro para una persona obsesiva como yo que está programada para demostrar, buscar la perfección y asumir el control… Para actuar… Sujeta a resultados y ávida de méritos… Y a soltar… En ello ando, soltar necesidades… Soltar pasado y futuro y quedarse en el presente. 
►Nada calma tanto como aparcar el futuro y vivir el presente. Nada libera tanto como soltar la carga del pasado… 
Mi culpa, que era tremendamente gorda, inmensa, voraz… Se quedó por el camino y aún rueda colina abajo mientras yo la miro y a veces la echo de menos y me hago un poco la víctima… Este año me he sorprendido viviendo hoy, ahora, este momento, como nunca lo había hecho y me he dado cuenta de que si no consigues eso, no vives, sencillamente te cuelas por una especie de sumidero de tu vida… Un desagüe donde van a parar tus días sin sentido y dónde todo es desesperación… 
Me queda tanto por aprender, tanto… Estoy dejando de pensar en exceso. Me cuesta, lo admito, me regodeo en pensamientos viejos y hurgo en la basura como una profesional… Llevo media vida haciéndolo y se me da muy bien… Y estoy aprendiendo a confiar. En mí, en la vida, en todo… Pensar en exceso es querer controlar todas las variables posibles, caer en la escasez, el miedo a lo desconocido, el apego, la desconfianza para tener que controlar más y obsesionarse más en un círculo vicioso. Cuánto más te preocupas, más cansado estás y menos haces y más culpable te sientes por no estar a la altura… 
He dado muchas vueltas y cuando he parado un momento no sabía quién era, lo reconozco, porque la mujer que se ha quitado tantas capas de piel gastada y de ideas absurdas parecía no ser yo… En algún momento, confundí al personaje que me había inventado para sobrevivir y no afrontar mis limitaciones con lo que soy en realidad… Y cuando me despojé del personaje, me sentí desnuda…
Os voy a decir algo, la desnudez sólo molesta al principio, luego, descubres que sin quitarte todo lo que te oculta no puedes volar…
Me queda, me queda mucho por hacer, pero algo que he aprendido este año es que todo llega. No pasa ni antes ni después. Cada día hay milagros… Uno tras otro. Pasan cosas maravillosas mientras cruzamos el semáforo, leemos un libro o vemos atrocidades en televisión… Lo único que necesitamos es verlos y apreciarlos, ser capaces de percibir que suceden… Y a veces no los vemos porque tenemos que aprender a mirar y percibir… Miramos con los ojos del que busca dolor y malas noticias, en lugar soltar la mirada del que admite que no sabe nada, del que ve belleza en los rincones y del que cuando pasa algo es capaz de creer que no es un paso atrás sino una puerta que se abre con algo grande oculto detrás.
Cuando curemos nuestra percepción nos daremos cuenta de que todo lo que buscamos lleva una eternidad a nuestro lado. 
►Cuando aprendas a mirar al mundo te darás cuenta de que el milagro que esperas está en ti. 
Este 2017 ha sido el año en el que dejé de esperar y aprendí a mirar al mundo de otra forma y conseguí ver el milagro… Estaba él ya allí, esperándome a mí y yo no lo veía porque miraba el saco y esperaba la medalla… 
Gracias, gracias, gracias. 

Merce Roura
https://mercerou.wordpress.com

lunes, 25 de diciembre de 2017

25 AFIRMACIONES PARA LA NAVIDAD




Amo las Festividades! Es un tiempo en el que celebramos y compartimos nuestro amor radiante con familia y amigos. Es un momento para alcanzar a aquellos en necesidad. Amabilidad, amor y apreciación son los regalos más grandes. Así que brinda estos regalos generosamente y míralos regresar a ti en abundancia reluciente.
Como un regalo especial para ti, me gustaría darte las siguientes 25 afirmaciones. Que te traigan abundante amor y alegría. Compártelos con todos los que te rodean y ve cómo pueden ayudarte a crear una vida excepcional. Felices Festividades mis queridos. Y recuerda, eres un regalo para todos los que conoces.

25 Afirmaciones para las Festividades

1. Comienzo hoy amando y aceptando cada parte de mí mismo, por dentro y por fuera, exactamente como soy.
2. Hoy, busco la belleza en todos y en todo.
3. Hoy, cada vez que necesito algo, sé que será provisto.
4. Estoy agradecido por todo lo bueno que viene en mi camino.
5. Hoy me tomo un momento para contar mis bendiciones.
6. Cuando pienso en los demás, afirmo que son felices y sanos y que todo está bien en su mundo.
7. Los atascos en el tráfico durante las festividades me dan tiempo para hacer más afirmaciones.
8. La abundancia viene de fuentes esperadas e inesperadas, y expreso gratitud por todo esto.
9. Tengo energía ilimitada durante las festividades y la uso bien.
10. Esta es una temporada armoniosa, amorosa y pacífica. Tengo tiempo para todos a mi alrededor.
11. Ahora permito que cosas nuevas y maravillosas entren en mi vida. Estoy abierto y receptivo a todo lo que es bueno.
12. El cambio y la sorpresa son evidentes en todos lados a donde voy hoy. Miro con deleite todo lo que veo.
13. Me aseguro de que los alimentos y bebidas decembrinas que ingiero contribuyan a mi vibrante salud.
14. Comparto mi amor y alegría navideña con todas las personas que conozco. La vida es buena.
15. Abro mi casa y recibo invitados con música y amor navideño. Para mí, son como una familia amorosa.
16. Mi hogar es un lugar feliz para estar durante las vacaciones. Bendigo a todos los que entran por la puerta, incluido yo mismo.
17. Mis amigos son cariñosos y solidarios.
18. Todos en mi familia están Divinamente protegidos en todo momento.
19. Amar a los demás es fácil cuando me amo y me acepto a mí mismo.
20. El humor y la alegría contribuyen a mi bienestar general.
21. Los elogios son regalos de prosperidad. He aprendido a aceptarlos amablemente.
22. La vida es muy simple durante las festividades y todos los días. Lo que doy, recibo.
23. Hoy me doy permiso para hacer lo que sea que me dé más placer.
24. Durante las festividades, estoy centrado, tranquilo y equilibrado.
25. Mientras me calmo y me concentro en las cosas bellas de mi vida durante este tiempo, me abro a mis propios poderes de sanación.
►“Siento la satisfacción y la paz, y celebro la temporada de Navidad con un corazón amoroso. Abrazo toda la vida y reconozco que soy parte algo más grande”

Louise Hay
Vía: https://consejosdelconejo.com

sábado, 16 de diciembre de 2017

Heridas en la infancia, cicatrices en la madurez


►Lo más singular de la infancia, es que por muy pequeños que seamos, no hace falta comprender una situación para sentir su impacto, para padecer el dolor, el desconcierto o el miedo. La edad no nos exime del sufrimiento.
Una vez crecemos y la razón ya nos da capacidad para entender todo lo sucedido en ese pasado, las heridas ya han hecho mella en nuestro corazón y lacerado el recuerdo en nuestra mente.
Sufrir malos tratos, crecer sin la presencia de nuestro padre o nuestra madre, perder a alguien, vivir en un hogar desestructurado… son realidades que hieren nuestra infancia, instalándose a veces en nuestro interior a modo de traumas hasta el punto de vestirnos con la armadura de la desconfianza, impidiendo que podamos abrirnos a otras personas para formar relaciones duraderas, tiñendo nuestra felicidad con el eco de aquellos días de niñez donde no pudimos establecer unos vínculos de sincero cariño y seguridad personal.

PROYECTAR UN FUTURO A PESAR DEL PASADO

Un pasado difícil no debe condicionarnos para alcanzar un presente pleno, la felicidad no exige penitencia y todos podemos y debemos saber gestionar nuestra vida para vivirla de modo óptimo y con madurez, de ahí el término resilencia, que no es otra cosa que esa importante virtud de la que disponemos las personas para seguir proyectándonos en el futuro a pesar de las condiciones desestabilizadoras, de las dificultades y los traumas.
Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo afrontar todo lo sucedido? ¿Cómo dejar a un lado todas esas cicatrices de nuestra niñez que sólo nosotros vemos?
– DESARROLLAR UN CONCEPTO DE TI MISMO SANO.
No te sientas responsable de lo ocurrido en el pasado, busca en la medida que puedas el perdón y la aceptación de lo sucedido. Siempre es complicado, pero es un proceso que nos ayudará a soltar “lastre”; no se trata en absoluto de justificar, sino de aceptar. Debemos vernos como seres capaces de avanzar en nuestra vida, de creernos fuertes y con las habilidades suficientes como para afrontar el día a día. Merecemos ser felices, la fragilidad de nuestra niñez es un motivante para alcanzar la fortaleza en la madurez.
– ESTRATEGIAS DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS.
Nuestra cotidianidad nos va a traer, sin duda, situaciones en las que siempre van a emerger los recuerdos, donde la inseguridad nos haga creer que no somos capaces de afrontar algo, de allí la necesidad de aprender técnicas de solución de problemas, saber anteponer prioridades, establecer metas, aprender habilidades de comunicación, de asertividad
– CONSTRUYE TU AUTOESTIMA.
Aprende a valorarte, a tener en cuenta tus potencialidades y habilidades. 
Eres capaz de muchas más cosas de las que seguramente crees, y lo último que debes hacer es compararte con otros, o decirte a ti mismo que no eres capaz. Debes levantarte cada día con la seguridad suficiente como para afrontar las dificultades que puedan presentarse, si confías en ti, si tienes bien establecido tu autoconcepto, tus valores y tus metas, no dejes que la inseguridad te atrape. 
Fuiste vulnerable en un pasado, pero de la fragilidad pueden aprenderse muchas cosas, sabes cuáles son tus límites y debes armarte con la coraza de la fortaleza para hacer frente a la vida.
►Porque recuerda: una infancia infeliz no determina una vida. De ti depende, todos merecemos ser felices.


Psicología/Valeria Sabater
https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 18 de noviembre de 2017

5 heridas emocionales de la infancia que persisten cuando somos adultos


Los problemas vividos en la infancia dejan heridas emocionales que vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros niños de hoy actuarán mañana y en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.
Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas definidas por Lisa Bourbeau….

1- El miedo al abandono

La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no vuelvas…”.
Las personas que han tenido las heridas emocionales del abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.
La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.

2- El miedo al rechazo

El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.
En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.
La persona que padece de miedo al rechazo no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.
Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.

3- La humillación

Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.
Las heridas emocionales de la humillación generan con frecuencia una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.

4- La traición o el miedo a confiar

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
Haber padecido una traición en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.
Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Sanar las heridas emocionales de la traición requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.

5- La injusticia

La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.
Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.
Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.
Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.

Psicología/Raquel Aldana
https://lamenteesmaravillosa.com


Imágenes cortesía de natalia_maroz y jrcasas

Fuente de la idea: Bourbeau, L. (2003) 
Las cinco heridas que impiden ser uno mismo. OB Stare.